Terapias biológicas
En los últimos años, ha habido un desarrollo significativo de las terapias biológicas en ortopedia. Estas terapias no invasivas buscan ayudar al cuerpo a repararse de manera natural, especialmente en casos de lesiones musculoesqueléticas como tendinitis, artrosis o lesiones deportivas. Entre estas terapias se destacan el plasma rico en plaquetas (PRP), el lisado plaquetario y las células madre mesenquimales.
El plasma rico en plaquetas (PRP) se obtiene a partir de una pequeña muestra de sangre del propio paciente. Esta se procesa mediante centrifugación, un método que permite separar y concentrar las plaquetas. Las plaquetas son componentes fundamentales de la sangre que liberan proteínas conocidas como factores de crecimiento, las cuales cumplen diversas funciones en el organismo. Entre ellas, se destacan su acción analgésica y antiinflamatoria natural, además de la capacidad de estimular la cicatrización y reparación de los tejidos lesionados.
Cuando este concentrado plaquetario se aplica en la zona afectada, actúa potenciando los mecanismos naturales de curación del cuerpo. De este modo, contribuye a disminuir el dolor, reducir la inflamación y favorecer una recuperación más rápida y eficaz.


El procedimiento es considerado seguro y bien tolerado, ya que utiliza sangre del mismo paciente, lo que prácticamente elimina el riesgo de rechazo o de reacciones adversas. Por esta razón, el PRP se ha convertido en una herramienta valiosa dentro de la ortopedia y la medicina regenerativa, especialmente en el tratamiento de lesiones musculoesqueléticas y procesos degenerativos articulares.
El lisado plaquetario es una evolución del PRP. En este caso, las plaquetas se rompen deliberadamente para liberar de manera más directa y abundante sus factores de crecimiento. Esto permite potenciar el efecto reparador, especialmente en lesiones donde se busca una acción más intensa para mejorar la cicatrización o la regeneración de los tejidos.
Por otro lado, las células madre mesenquimales son un tipo especial de células que tienen la capacidad de transformarse en distintos tejidos, como hueso, cartílago o músculo. Se obtienen generalmente de la médula ósea o del tejido adiposo del propio paciente. Su uso en ortopedia resulta prometedor, ya que pueden contribuir a la cicatrización de diferentes lesiones del sistema musculoesquelético. Además, estas células tienen propiedades antiinflamatorias, lo que ayuda a aliviar el dolor y mejorar la movilidad.
En conjunto, estas terapias representan un gran avance en ortopedia, ya que buscan estimular la reparación natural del organismo en lugar de limitarse únicamente a tratar los síntomas. Aunque no sustituyen todos los tratamientos tradicionales, pueden ser una alternativa valiosa para determinados pacientes, siempre bajo la indicación y supervisión médica adecuada.
Estas terapias son especialmente útiles para:
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Artrosis en estadios iniciales
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Tendinopatías (inflamación crónica de tendones)
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Lesiones musculares
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Lesiones crónicas en pacientes que no desean o no pueden someterse a una cirugía
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Su principal beneficio es la capacidad de modular la inflamación, reducir el dolor y favorecer la cicatrización de los tejidos dañados, ayudando a restaurar la función y calidad de vida sin recurrir necesariamente a procedimientos quirúrgicos.